El fin de una era de tipos bajos parecía acercarse. Durante la última década, marcada por unos tipos de interés mínimos, incluso negativos, no han impedido que las compañías de seguros en líneas generales hayan mejorado sus resultados económicos. El grupo de seguros de no vida parece haber mostrado una eficiencia superior al del grupo de seguros de vida, en gran medida porque las compañías de seguros de vida han transferido su ineficiencia a los clientes, consiguiendo así no sólo mantener su solvencia, sino mejorar incluso sus resultados.
Los beneficios de explotación y el rendimiento de las inversiones de las reservas técnicas son las dos principales fuentes de ingresos de las aseguradoras. El rendimiento de las inversiones contribuye a mantener la cantidad mínima de capital exigida por la normativa y también funciona como colchón frente a aumentos inesperados de la siniestralidad. En el pasado, cuando los rendimientos de la inversión de las reservas eran más altos de lo previsto, los beneficios o los costes de explotación podían ser mayores. De ahí que, tras un descenso continuado de los tipos de interés, las aseguradoras tuvieran que tomar medidas para recuperar sus márgenes.
Pues bien, durante los últimos años la industria aseguradora ha respondido con acciones de eficiencia para recuperar los márgenes perdidos ante las reducciones de ingresos por la inversión de reservas. Al principio se esperaba que las compañías de seguros de vida tuvieran los mayores niveles de eficiencia, ya que el mercado se enfrentaba a una tendencia de bajos tipos de interés, con un impacto más agudo en la rentabilidad estructural. Sin embargo, ha sido el grupo de seguros de no vida quien ha mostrado un mayor nivel de eficiencia que el grupo de seguros de vida. Parece que, en cierta medida, las compañías de vida trasladaron su ineficiencia a los clientes con incrementos en las primas, tal y como denuncian las asociaciones de consumidores.
En el año 2016 el Fondo Monetario Internacional ya observó que el prolongado período de bajos tipos de interés no debía considerarse únicamente como un problema, ya que tenía efectos positivos en la economía mundial y en las compañías de seguros. Un entorno de tipos más bajos conduce a la inversión y, en consecuencia, a un mayor crecimiento económico con más ingresos que se traduciría con el tiempo en un entorno con más demanda de seguros. Se estimula a las compañías de seguros a ser más eficientes, lo que en momentos de alta competencia podría traducirse en precios más bajos para los consumidores, lo cual finalmente no se ha producido en todos los ramos.
En los próximos años, tras el fin de la expansión que siguió a la crisis financiera de 2008 y las implicaciones a largo plazo de la pandemia, los tipos de interés nominales podrían reducirse de nuevo para apoyar la recuperación, entre otras herramientas políticas de los gobiernos nacionales. Lo más probable es que las compañías de seguros de vida estén más preparadas que antes para hacer frente a este entorno económico.